Sociología. Licenciatura en Enfermería. AMEMT/UNCPB
Clase 4.
¿Somos dueños de nuestras
decisiones?
Se llama estructural-funcionalismo
a la escuela de pensamiento en que enmarcamos a Durkheim; éste piensa a la
sociedad como un complejo de estructuras interdependientes que son exteriores a
los sujetos y los determinan en su accionar y pensar. Cada una de esas
estructuras encastra perfectamente en el todo social porque le es necesaria a
ese todo para poder existir. Es decir, cumple una función específica y
necesaria para la estabilidad del sistema social. Durkheim, inspirándose en la biología y sirviéndose de
la analogía organicista, consideraba que la sociedad estaba constituida por
«órganos» (hechos sociales), o estructuras sociales, que realizaban diversas
funciones para la sociedad.
Digámoslo desde ya: Un hecho social NO ES ALGO
SUSTANCIAL es un conjunto sistematizado de fenómenos. La vida social está
constituida enteramente por REPRESENTACIONES.
Si
pensamos en una sociedad como en un
organismo tendríamos que responder a las preguntas:
- ¿qué
mantiene unidas las distintas partes que conforman ese organismo?: en la
sociedad, a diferencia del organismo animal la cohesión no es material, la
cohesión la da las ideas.
- ¿la
sociedad en tanto cuerpo es más que la
suma de sus partes, o es el resultado de la suma de sus partes?: la
sociedad tiene propiedades específicas que pueden distinguirse de las de sus
miembros individuales: “La sociedad no es simplemente un agregado de
individuos, sino que es un ser que ha
existido antes que los que hoy la integran, y que los sobrevivirá; que
ejerce sobre ellos más influencia que la que recibe de ellos, y que tiene su
propia vida, conciencia, destino e intereses” (Schäffle).
Esta
postura rechaza la concepción del individuo y la sociedad que Rousseau
defendió, en la cual el hipotético individuo aislado en un estado de naturaleza
es más libre y más feliz que vinculado a la sociedad. Durkheim dirá todo lo
contrario: lo que eleva la vida humana
por encima de la existencia animal procede de la riqueza tecnológica y cultural
acumulada por la sociedad. Si esto se le quita al hombre, se le quita todo
lo que nos hace verdaderamente humanos: eso es la cultura.
Entonces
tenemos una cultura; es
decir, un sistema de producciones materiales, ideas, valores y sentimientos:
estos ideales y sentimientos que constituyen la herencia cultural de los
miembros de una sociedad son impersonales, estos es, han evolucionado
socialmente y no son producto ni propiedad de ningún individuo concreto. El
lenguaje por ejemplo: cada uno de nosotros habla una lengua que no creó.
Podemos hablar de la existencia de algo que Durkheim llama conciencia colectiva: un compuesto cuyos elementos son las
inteligencias individuales.
“La sociedad es una unidad que tiene sus
propias características específicas que no pueden deducirse de las de sus
miembros individuales. Es falso suponer que un todo es igual a la suma de sus
partes: en la medida en que estas partes están organizadas de una manera
determinada, tal organización de relaciones tiene características propias”:
este principio se aplica tanto a las reglas económicas como morales. La moral es una propiedad colectiva y como
tal debe estudiarse.
La
religión por ejemplo: al ofrecer ideales hacia los que hay que tender es una
fuerza que contribuye a la unidad social. Estos ideales pueden variar entre
distintas sociedades, pero puede estarse seguro de que nunca ha habido hombres
que carecieran por completo de un ideal, por modesto que fuera, pues esto corresponde
a una necesidad profundamente enraizada en nuestra naturaleza.
El
individualismo es un producto del desarrollo social: lejos de ser la
individualidad el hecho primitivo y la sociedad el hecho derivado, la primera
solo aparece lentamente a partir de la segunda.
Tenemos
varias tesis importantes hasta ahora:
-
La importancia de los ideales
y de la unidad moral en la continuidad de la sociedad (al ser sustituida la
sociedad primitiva por formas más modernas, la base moral de la unidad no
desaparece completamente).
-
La significación del individuo
como objeto y como agente productor de las influencias sociales (somos al mismo tiempo actores y actuados, cada uno de
nosotros contribuye a formar esta corriente irresistible que le arrastra)
-
La doble naturaleza de la
adhesión del individuo a la sociedad (incluye a la vez la obligación y la
entrega positiva a los ideales)
-
El principio de que una organización de elementos
(individuos como elementos de sociedades organizadas) tiene propiedades que no pueden deducirse directamente de las
características de los elementos
aisladamente considerados
Pensemos
con estas tesis el problema de la
división del trabajo: Durkheim dice que la moderna sociedad compleja no tiende inevitablemente a la desintegración, a pesar de que la
importancia de las creencias morales tradicionales parece declinar. La
condición normal de la división diferenciada del trabajo es la estabilidad orgánica. Pero el efecto integrador de la división del
trabajo no es el resultado de múltiples contratos individuales: al
contrario, la existencia del contrato presupone
unas normas que no son el resultado de vínculos contractuales, sino que
constituyen los compromisos morales generales sin los cuales la formación de
tales vínculos no podría proceder de una manera ordenada. Durkheim dice: “un contrato no se basta a sí mismo” (es
decir, existen normas sociales que proporcionan el marco dentro del cual se
hacen los contratos).
La
división del trabajo expresa una aparente ambigüedad moral en la relación entre
el individuo y la sociedad en el mundo contemporáneo. Por una parte el
desarrollo de la forma moderna de sociedad viene unido con la expansión del
individualismo. Este fenómeno está claramente asociado con el crecimiento de la
división del trabajo, la cual produce la especialización de la función
profesional y fomenta por tanto el desarrollo de talentos, capacidades y
actitudes específicas, de las que no participa todo el mundo en la sociedad,
sino que las poseen solamente grupos especiales. Existen tendencias morales que
dicen que la personalidad individual debe desarrollarse según cualidades
específicas que tiene la persona, por tanto no todos deben recibir la misma
educación. Pero por otra parte, existen también tendencias morales
contradictoras que ensalzan al individuo desarrollado universalmente. En forma
general, el precepto que nos ordena
especializarnos es impugnado por todos lados por la máxima contraria, que nos ordena realizar todos un mismo ideal.
(Pensar en el contexto de un sujeto comunicacional globalizado e
hiperespecializado).
Pero
a qué se debe la división del trabajo:
es cierto que parte se debe al alto grado de especialización industrial
moderna, pero esta división no es consecuencia exclusivamente del
industrialismo. El mismo proceso puede observarse en todos los sectores de las
sociedades contemporáneas: en el gobierno, en el derecho, la ciencia y las
artes. En la ciencia por ejemplo: antes la disciplina general era la filosofía,
su objeto abarcaba toda la realidad natural y social, pero hace mucho se
fragmentó en numerosas disciplinas separadas.
Aquí
volvemos a la metáfora del organismo:
el aumento de la diferenciación social
es característico del proceso de evolución de las formas tradicionales a
las formas modernas de sociedad. Esto puede compararse con ciertos principios
biológicos: los primeros organismos que aparecen en la escala evolutiva tienen
una estructura sencilla; pero ellos dan lugar a organismos que muestran un
grado más elevado de organización funcional interna: un organismo ocupa un
lugar tanto más elevado en la escala animal cuanto más especializadas estén las
funcione en él.
Esto
se relaciona de manera directa con la relación
entre la división del trabajo y el orden moral: para analizar la importancia
de la división del trabajo, tenemos que comparar y contrastar los principios
según los cuales se organizan las sociedades menos desarrolladas con los que
rigen la organización de las sociedades avanzadas. Esto implica medir cambios en la naturaleza de la solidaridad social.
Pero ¿cómo medir la solidaridad?
Tratando como “cosas” aquellas dimensiones de la vida social en la que esta se
manifiesta. Es decir, estudiando “hechos sociales” en los que la solidaridad
sea protagonista.
En términos modernos, los hechos sociales son
las estructuras sociales, así como las normas y los valores culturales que son externos y coercitivos para los actores.
Todos, según la posición que ocupemos, estamos constreñidos por estructuras
sociales tales como la burocracia universitaria (si somos estudiantes o
profesores) y los valores y normas de la sociedad en que vivimos. Otros hechos
sociales similares constriñen a las personas en todos los ámbitos de la vida
social.
“Con el fin de lograr que la sociología se alejara de
la filosofía y de darle una identidad clara y particular, Durkheim afirmó que
el objeto distintivo de la sociología debía ser el estudio de los hechos
sociales. El concepto de hecho social tenía varios componentes, pero la idea de
que los hechos sociales debían ser
tratados como cosas era de crucial importancia para distinguir la
sociología de la filosofía. Como cosas, los hechos sociales debían estudiarse empíricamente, no filosóficamente”
(Ritzer). Durkheim creía que las ideas podían concebirse introspectivamente
(filosóficamente), pero las cosas «no
pueden concebirse mediante una actividad puramente mental», se requieren «datos del exterior de la mente» (Durkheim,
LRMS).
Para distinguir la sociología de la psicología, Durkheim
afirmó que los hechos sociales eran externos
y coercitivos para el actor. El objeto de la
sociología debía ser el estudio de los hechos sociales, mientras el de la
psicología apuntaba al estudio de los hechos psicológicos.
Además, Durkheim distinguía entre dos grandes tipos de hechos sociales: los materiales y los
inmateriales. Los hechos sociales materiales son los más claros de
ambos tipos, porque son entidades reales y materiales, pero sólo adquieren una
importancia menor en la obra de Durkheim. Como él mismo señaló: «El hecho
social a veces se materializa y llega a convertirse en un elemento del mundo
exterior» (1897/ 1951: 313). La
arquitectura y el derecho constituyen dos ejemplos de lo que significan los
hechos sociales materiales
Pero Durkheim enfocó su estudio en los hechos sociales
inmateriales. Durkheim dijo: «No toda
conciencia social alcanza la exteriorización y la materialización»
(1897/1951: 315). Lo que para los sociólogos son hoy en día las normas y los valores,
o en términos más generales, la cultura, son ejemplos adecuados de lo que
Durkheim quería decir con hechos sociales inmateriales. Pero esta idea
plantea un problema: ¿cómo es posible que hechos sociales inmateriales tales
como las normas y los valores sean externos al actor? ¿Dónde pueden residir si
no es en la mente del actor? Y en caso de residir en la mente del actor, ¿acaso
no son entonces internos en lugar de externos?
«Esto no significa que ellos [los hechos sociales inmateriales] no sean también de alguna manera mentales,
puesto que todos consisten en maneras de
hacer y pensar». Por esto es preferible considerar los hechos sociales
inmateriales, al menos en parte, como fenómenos mentales, pero externos y coercitivos respecto de otros aspectos del proceso
mental que son los hechos psicológicos. Esto difumina un poco la distinción de
Durkheim entre sociología y psicología, pero sirve para hacer más realista la
distinción y, por tanto, más defendible. La sociología se ocupa de los
fenómenos mentales, pero generalmente se trata de fenómenos mentales de un
orden diferente de aquellos de los que trata la psicología. Por tanto, Durkheim
afirmaba que mientras los sociólogos se interesan por las normas y los valores,
los psicólogos se preocupan por cosas tales como los instintos humanos.
Según lo anterior, los principales niveles de la realidad social en
la obra de Durkheim pueden describirse como sigue (en orden descendente en lo
que se refiere a generalidad):
A. Hechos
sociales materiales
|
B. Hechos
sociales inmateriales
|
1. Sociedad
2. Componentes estructurales de
la sociedad (por ejemplo, la iglesia y el estado)
3. Componentes morfológicos
de la sociedad (por ejemplo, distribución de la población, canales de
comunicación y forma de las habitaciones)
|
1. Conciencia colectiva
(conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los
miembros de una misma sociedad)
2. Representaciones colectivas
(normas y valores de colectividades específicas como la familia, la
ocupación, el estado, y las instituciones educativas y religiosas)
4. Corrientes sociales (Hechos sociales inmateriales que carecen de forma cristalizada)
|
Entonces,
retomando, como la solidaridad no puede
medirse directamente, para representarla gráficamente es necesario “sustituir el hecho interno que se nos
escapa por un hecho exterior”: por ejemplo, los códigos legales. Donde
existe una forma estable de vida social, las normas morales se codifican en
algún momento en leyes.
Un precepto legal
puede definirse como una regla de
conducta sancionada: la sanciones pueden ser represivas (propias del dcho
penal: imponen a un individuo un tipo de sufrimiento como castigo por una
transgresión); y restitutivas (implican la reparación o restablecimiento de las
relaciones tal como estaban antes que se violara la ley: dcho civil, mercantil,
etc.)
Un delito es un acto que
infringe sentimientos universalmente aprobados por
los miembros de la sociedad: de él se ocupa el derecho represivo: dice he aquí la pena. Mientras el dcho civil
dice: he aquí el deber.
La
razón por la que no tiene que
especificarse la obligación moral en el derecho represivo es porque es evidente: todo el mundo la conoce y
acepta.
Dice
Durkheim: “el derecho penal, solamente dicta sanciones, pero nada dice de las
obligaciones a las que aquéllas se refieren. No ordena respetar la vida del
prójimo, sino castigar con la muerte al asesino. No dice, como el derecho
civil, he aquí el deber; sino: he aquí la pena” (D. División del Trabajo)
Esto muestra la existencia de
una conciencia colectiva:
[El conjunto de
creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una
misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos
llamarlo conciencia colectiva o común... Es, pues, algo
completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en
los individuos. (Durkheim, 1893/1964: 79-80)]
El
castigo es ante todo una respuesta emotiva a la transgresión. Se piensa que el
castigo disuade, pero eso no se condice
con la dureza de las penas, que no atacan la motivación sino el acto: el
castigo tiene entonces un carácter expiatorio, es un acto de venganza de parte
de la sociedad: ¿qué vengamos? Un ultraje hecho a la moral. En pocas palabras:
la función primaria del castigo es proteger y reafirmar la conciencia colectiva
frente a actos que cuestionan su santidad.
En
las sociedades más sencillas la religión lo abarca todo y se extiende a todo,
regula no solo los fenómenos religiosos sino también la moral, el derecho, la
organización política y la ciencia. Si pensamos nuevamente en el primer principio
dicho arriba
ahora afirmamos: toda ley penal está contenida originalmente dentro de un marco
religioso.
En las sociedades primitivas
la solidaridad es mecánica: domina a la sociedad un
conjunto muy firme de sentimientos y creencias
compartidos por todos los miembros de la comunidad, no hay muchas
posibilidades de diferenciación entre individuos. Cada individuo es un
microcosmos de la totalidad.
Dice
Durkheim: “La sociedad no es vista bajo el mismo aspecto en los dos casos. En
el primero (solidaridad mecánica), lo que denominamos así es un conjunto más o
menos organizado de creencias y sentimientos comunes a todos los miembros del
grupo: es el tipo colectivo. Por el contrario, la sociedad, de la que en el
segundo caso somos solidarios, es un sistema de funciones diferentes y
especiales unido por relaciones definidas” (DTS)
Este
segundo tipo de cohesión social es la solidaridad
orgánica. En ella la solidaridad no arranca de la aceptación de un conjunto
de creencias y sentimientos comunes, sino de la interdependencia funcional en la división del trabajo. Donde la
solidaridad mecánica es la base principal de la cohesión de la sociedad, la conciencia
colectiva envuelve completamente la conciencia individual y supone una
identidad entre los individuos. La
solidaridad orgánica, por el contrario, no presupone identidad sino diferencia
entre las creencias y acciones de los distintos individuos. El crecimiento
de la solidaridad orgánica y la expansión de la división del trabajo vienen,
por tanto, unidas con el avance del individualismo.
El progreso de la solidaridad
orgánica depende necesariamente del decrecer de la importancia de la conciencia
colectiva. Pero las creencias y sentimiento comunes no
desaparecen del todo en las sociedades complejas; ni se trata de que la
formación de relaciones contractuales pierda el carácter moral y llegue a el
simplemente el resultado de hacer cada individuo lo que más le interesa. No hay oposición entre la sociedad que
deriva de la comunidad de creencias a la que tiene por base la cooperación,
otorgando a la primera un carácter moral y viendo en la segunda sólo un
agrupamiento económico. En realidad, también la cooperación tiene su moralidad intrínseca.
Entonces, “dos tipos de solidaridad: mecánica y orgánica. Su interés al
abordar la cuestión de la solidaridad era descubrir lo que mantenía unida a la
sociedad. Una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica se mantiene unificada debido a que la totalidad de
sus miembros tienen aptitudes y conocimientos similares. La unión de las
personas se debe a que todos están implicados en la realización de actividades
parecidas y tienen responsabilidades semejantes. Por el contrario, una sociedad
caracterizada por la solidaridad
orgánica se mantiene unida debido a las diferencias entre las personas, debido
al hecho de que tienen diferentes tareas y responsabilidades. Toda vez que
cada persona realiza en la sociedad moderna una gama de tareas relativamente pequeña,
necesita a otras muchas para poder vivir.” (Ritzer, 229)
La lucha por la existencia es
más violenta entre individuos del mismo tipo. Este
conflicto tiende a dar origen a una especialización complementaria, de modo que
los organismos puedan coexistir sin que uno estorbe la supervivencia del otro.
La diferenciación de funciones permite sobrevivir a diversos organismos.
Aquí
hay entonces una última diferencia entre la solidaridad
orgánica y la mecánica: como las personas que forman las sociedades
caracterizadas por la solidaridad
mecánica suelen parecerse en lo tocante a las tareas que realizan, hay mayores probabilidades de que compitan entre
sí. Por el contrario, en las sociedades caracterizadas por la solidaridad orgánica la diferenciación facilita la cooperación
entre las personas y permite que puedan apoyarse en una misma base de recursos
(Ritzer, 232).
Dice
Durkheim:
“Los hombres soportan la misma ley. En una
misma ciudad, las diferentes profesiones pueden coexistir sin dañarse
recíprocamente, pues persiguen objetos diferentes. El soldado busca la
gloria militar, el sacerdote, la autoridad moral, el hombre de estado el poder,
el industrial la riqueza, el sabio el renombre científico” (DT) Así, para
Durkheim, la sociedad moderna se mantiene unida por obra de la especialización
de las personas y de su necesidad de los servicios de otras muchas.
Por esta misma razón, “la conciencia colectiva es
mucho menos importante en una sociedad con solidaridad orgánica que en otra con
solidaridad mecánica. Es más probable que los miembros de la sociedad moderna
se mantengan unidos mediante la división del trabajo y la consiguiente necesidad
de que otros realicen ciertas funciones, que mediante una poderosa conciencia
colectiva común”. (Ritzer, 236)
Con
lo visto hasta aquí podemos decir que
-
la diferenciación de la
división del trabajo produce inevitablemente un descenso del grado de
saturación de consciencia colectiva en la sociedad.
-
El crecimiento del
individualismo acompaña la expansión de la división del trabajo: el
individualismo solo puede progresar a expensas de la intensidad de las
creencias y sentimientos comunes.
-
Así, cada vez más, la conciencia
colectiva consiste en maneras de pensar y de sentir muy generales y muy
indeterminadas, que dejan lugar libre a una creciente multitud de disidencias
individuales.
El suicidio:
Ahora
podemos hacernos la pregunta ¿para Durkheim, por qué se suicida la gente? Pues el grado de integración de una sociedad se
relaciona con sus cuotas de suicidios. Y ya tenemos los elementos para
pensar ese grado de integración social, y comprender por qué Durkheim dice que
“el suicidio testifica las condiciones orgánicas de la sociedad”. Durkheim
aplica el método sociológico a la explicación de lo que a primera vista
parecería un fenómeno completamente individual.
Las diferentes
colectividades tienen diferentes
conciencias y representaciones colectivas. Estas, a su vez, producen diferentes corrientes sociales, que influyen de modo distinto en las tasas de
suicidio. Un modo de estudiar el suicidio es comparar las diferentes
sociedades o tipos diversos de colectividades. En este sentido, “cada grupo
social tiene realmente por este acto una inclinación colectiva que le es propia
y de la que proceden las inclinaciones individuales; de ningún modo nace de
éstas. Lo que la constituye son esas corrientes
de egoísmo, de altruismo y de anomía que influyen en la sociedad... Son
estas tendencias de la sociedad las que, penetrando
en los individuos, los impulsan a matarse. (Durkheim, 1897/1951: 299-300)”
Durkheim vinculó cada uno de los tipos de suicidio con
el grado de integración y regulación de la sociedad en que aparecían. La integración hace
referencia al grado en el que se
comparten los sentimientos colectivos. El suicidio altruista se relaciona
con un alto grado de integración, mientras el egoísta se asocia a un grado
bajo. La Regulación hace referencia
al grado de presión de la reglamentación
moral permanente.
Los cuatro tipos de suicidio en relación con los niveles
de integración y regulación:
Integración:
|
Regulación:
|
Baja: Suicidio egoísta
Alta: Suicidio altruista
|
Baja: Suicidio anómico
Alta: Suicidio fatalista
|
Preguntas
del tipo ¿por qué se suicidan más en países protestantes que en países
católicos? Pueden ser abordadas desde este esquema.
Dice
Durkheim: Existe 2 tipos de suicidios
prevalecientes en las sociedades modernas: el Egoísta y el Anómico.
1) El
S. Egoísta es consecuencia de un estado de cosas donde el yo individual se
afirma con exceso frente al yo social y a expensas de este último. El sujeto
egoísta “es casi inevitable que tenga cierta aptitud para el desorden; porque,
como se ha separado de la sociedad, ésta no ejerce sobre él el suficiente
dominio para imponerle reglas” (Durkheim: E S)
Este
tipo de suicidio se manifiesta según:
a) Suicidio
y grado de integración religiosa:
-
“El protestantismo se funda en
la promoción de un espíritu de libre examen. La iglesia católica se constituye
alrededor de la jerarquía tradicional del sacerdocio, cuya autoridad obliga en
materia de dogma religioso; el protestante, en cambio, se encuentra a solas con
Dios: el protestantismo es una iglesia con una integración menos firme que el
catolicismo”.
A
nivel secular podemos decir: que igualmente “el grado de integración en los
demás aspectos de la sociedad se relaciona con las cuotas de suicidio de manera
semejante:
b) Suicidio
y grado de integración de la estructura familiar:
-
Los individuos solteros
muestran cuotas de suicidios más elevadas que las personas casadas de la misma
edad
-
Hay una relación inversa entre
el suicidio y las proporciones del grupo familiar: a mayor número de hijos,
cuota de suicidio más baja.
c) Suicidio
y grado de integración social en otro contexto institucional:
-
“El índice de suicidios
disminuye en tiempo de crisis política nacional o tiempo de guerra. (…) La
razón está en que las crisis políticas y las guerras, al estimular un nivel
elevado de compromiso dentro de un conjunto determinado de acontecimientos al
menos por un tiempo producen una integración más fuerte de la sociedad.
Hay,
por tanto, una relación entre integración social y suicidio, que se mantiene
constante, prescindiendo del sector institucional de la sociedad que se analice
en concreto.
Se
establece la siguiente proposición: “el
suicidio varía en razón inversa del grado de integración de los grupos sociales
de que forma parte el individuo”.
Dijimos
que este tipo de suicidio puede llamarse egoísta porque es consecuencia de un
estado de cosas donde el yo individual se afirma con exceso frente al yo social
y a expensas de este último. Es característico de las sociedades
contemporáneas, pero no es el único:
2) El
suicidio anómico: tiene una correlación con
a) la
estructura profesional: La pobreza es en sí misma una fuente de cohibición
moral; las profesiones de un nivel superior son precisamente las que más se han
liberado de una reglamentación moral
permanente. En este sentido, las tasas de suicidio
-
son más bajas entre los pobres
habituales
-
más elevadas entre los
acomodados y los que ejercen profesiones liberales.
b) las crisis económicas: en tiempos de depresión
económica, las cuotas de suicidio muestran un notable incremento. Esto no se
puede explicar por la privación económica que implica la crisis, puesto que en
tiempos de prosperidad económica las cuotas de suicidio aumentan en un grado
equivalente. Ambas fluctuaciones, ascendente y descendente, del ciclo
económico, coinciden precisamente en el hecho de producir desintegración del
modo habitual de vida. Entran en un estado de tensión las expectativas
ordinarias de los que experimentan un súbito descenso o una súbita elevación de
sus circunstancias económicas. De ello se sigue una situación anómica, de falta de normativas morales.
“Muchos de los problemas que Durkheim se planteó se
derivaban de su preocupación por el debilitamiento de la moralidad común. El
concepto de anomía revela claramente su preocupación por los problemas
derivados del debilitamiento de la moralidad común. Los individuos se enfrentan a la anomía cuando la moral no les
constriñe lo suficiente; es decir, cuando carecen de un concepto claro de lo
que es una conducta apropiada y aceptable y de lo que no lo es”.
Para Durkheim, la «patología» central de las
sociedades modernas es la división anómica del trabajo. Al considerar la
anomía como una patología, expresaba su creencia en que los problemas del mundo
moderno podían «remediarse». Durkheim creía que la división estructural del
trabajo en la sociedad moderna era una fuente de cohesión que compensaba el
debilitamiento de la moralidad colectiva. Sin embargo, su argumento subrayaba
que la división del trabajo no podía enderezar plenamente la relajación de la
moralidad común, a resultas de lo cual la anomía constituía una patología
asociada con el nacimiento de la solidaridad orgánica. Los individuos también pueden sentirse aislados y abandonados en la
realización de sus actividades altamente especializadas. Es fácil que dejen
de percibir un vínculo común con los que trabajan y viven alrededor de ellos.
Sin embargo, es importante recordar que Durkheim calificaba esta situación de
anormal, porque sólo en circunstancias no normales la división moderna del
trabajo relegaba a las personas a tareas y empleos aislados y carentes de
sentido. (Ritzer, 235) El concepto de anomía no sólo se encuentra en La
división del trabajo social, sino también en El Suicidio (Durkheim, 1897/1951) como una de las principales
causas de suicidio. Así, como vimos, el suicidio anómico se produce debido al
debilitamiento de la moralidad colectiva y a una regulación externa del individuo
insuficiente para contener sus pasiones.